lunes, 12 de diciembre de 2011

Un mensaje interestelar


¿Una gran explosión?
¿¡Un Big Bang!?
¿Antes la nada?
¿Estuvo siempre ahí?
¿Un volver a empezar en un repetitivo cíclico infinito universal?

Estas y otras más, son preguntas que queremos contestar,

porqué después quizás, ya no podremos estar.

Somos como estrellas fugaces, que brillan por un instante.
La naturaleza nos enseñó

que una especie extinta no renace de nuevo,
dando a lugar, para que otras tengan su oportunidad.
Nos guste o no, el Cosmos nos atrapó por azar,

en una diminuta burbuja celeste,
que presa del destino deambula

en un frío mar abisal, oscuro y agreste,

que entre sus gigantes olas, agita, pasea e ignora

a todos sus pasajeros excéntricos y rebeldes.
Somos material del Cosmos
contemplándonos a nosotros mismos.
Desde nuestro humilde lugar que nos toca ocupar,
al espacio lanzamos un grito esperanzador,

que viajan en sondas de radio y espaciales,
avisando que no somos especiales,
diciendo que aquí estamos, impacientes,
esperando respuestas a nuestros llamados.
Queremos saber si hay vida allá afuera,
en este insondable Universo, lleno de planetas hermanos,
que por más que agitemos las manos,
por ahora se muestran mudos, misteriosos y lejanos.

¡Ey, hola!

Esta en nuestra Galaxia

¡Somos de la Vía Láctea!

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