sábado, 3 de abril de 2010

Pascuas, hipocresía, sexo y tolerancia cero


Todas estas vicisitudes de hechos escandalosos sobre abusos sexuales en contra de la iglesia católica, que socavaron los cimientos de dicha institución y que brotaron como setas en los últimos días, han puesto al descubierto y dejan bien a las claras que los dogmas medievales de estos misoneístas recalcitrantes e irreformables no se han visto alterados con el curso de la historia ni en lo más mínimo. En pleno siglo XXI aún viven recluidos en un castillo sin ver la luz. Siempre hipócritas, astutos y desafiantes, han intentado desvergonzadamente convertir a los perpetradores de abusos sexuales en víctimas, y a los únicos que condenaron al ostracismo fueron a los desamparados y ultrajados abusados. Ha quedado demostrado que cuando se sintieron presionados, atacados y sus intereses amenazados, esta gente se mostró predispuesta a defenderse de la misma manera que lo hacía antaño (...) Con la cruz, el evangelio en una mano y la espada en la otra. A sangre y fuego. A matar o morir. Tocarle las arcas a la romana es crimen de leso papado. Sellan sus obcecadas mentes, a cal y canto como diría Eduardo Galeano. Bien les viene esta frase que supo decir Leandro N Alem: “Que se rompa pero que no se doble”. A estos tercos como una mula más les vale estar muertos antes que dar el brazo a torcer. Son renuentes al diálogo, detestan la democracia y profesan con las dictaduras. Ese ominoso enclave autocrático vaticano que comanda con mano de hierro los destinos de su institución, aún comulga con ese dogma ancestral, pernicioso y absurdo que es llamar infalible al Papa, infalibilidad que permite que las palabras de este sean aceptadas por el rebaño a pie juntillas. Sus fatuas peroratas se convierten en mensajes de orden y sumisión. Rechazarlas es traicionar a la fe. Es hereje y blasfemo. Son marcadamente antisemitas como la Biblia misma y se repelen con los otros monoteísmos. La religión continúa siendo una fuerza divisoria que promueve la discriminación y la intolerancia, que incita a la enemistad, la agresión y la guerra. Sus garras siguen tan afiladas como las han estado siempre, y las tienen listas para sacarlas y clavarlas hasta los huesos para descargar toda su ira ante cualquiera que se les anteponga y que ellos los consideren una amenaza. Caiga quien caiga, sea quien sea. Andan sin medias tintas. Conmiman, o están con nosotros o están con el diablo. Terminante y funesto. Ya no queman porque no pueden, pero ante cualquier actitud contradictoria de cualquier rebelde insurrecto que vaya en contra de sus rígidas e inflexibles normas, amenazan con ex comunión ipso facto. Menos a los jerarcas eclesiásticos abusadores. Eso claro está. Para cualquier mortal común, la pederastia es un crimen. Las leyes y la justicia así lo dictaminan. Para unos juicio, castigo y cárcel. Para otros oración, perdón y olvido. Para ellos es solo un pecado. Para el resto un crimen abominable, repudiable y condenable. Intentar hacerles frente a esa magistralmente organizada, toda poderosa y bi milenaria institución, es literalmente suicida. Parecería que la lucha se vuelve ineluctable; pero el agua les está llegando al cuello. A todo chancho le llega su San Martín, y tarde o temprano las van a pagar. Felices Pascuas.