viernes, 25 de diciembre de 2009

Cuestión de honor


Hombre de condición viril, candente por naturaleza,
poseedor de la sabia de la vida, néctar que no puedes acumular,
ni indio al que puedas dominar
cuando la lava ya llegó a la punta del volcán.
Muchacho que vivís al acecho, acarreando siempre el afrecho
y convirtiendo a toda chica en una presa,
esperando el momento justo para dar el zarpazo,
aguardando con la paciencia de un cazador
que la gacela tropiece en la llanura,
para que puedas incar tus colmillos en la fruta prohibida.
Muchacha has de saber que con el rabo no se juega. Se coquetea.
Podrás considerarlo un fetiche, pero no es juguete ni caramelo.
El indio no se muerde. Se lo mima.
Respeta siempre a ese larguirucho con cara de inocente.
Recuerda que puede ser traicionero.
No te confíes en nadie y se siempre precavida,
a ese nariz partida ponle siempre salvavidas.
No te lleves por el instinto ni que la libido te domine.
Siempre piensa con tu única cabeza, ella no te traicionará.
Distinto es en el hombre que parece ser bicéfalo,
porque cuando la calentura lo domina,
lo convierte a uno en un toro bravío,
y en ese momento la que piensa no es siempre la de arriba.
Así ansíes con vehemencia el fuego sagrado de ese fierro caliente,
nunca te rebajes y entregues más de la cuenta.
Ten presente que en épocas de guerra
cualquier agujero es trinchera.
Es por ello que nunca descuides la defensa,
y jamás entregues el marrón,
porque la retaguardia, es cuestión de honor.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Santos pedidos


Tras las puertas del convento,
reina la paz y el silencio.
Genuflexo frente al Cristo, el Padre hipócrita
reza con vehemencia y pide por más opulencia.
Suplica por más limosnas porque la guita no le alcanza,
y anhela cambiar la Renoleta por Toyota,
los oropeles por alhajas, el Casio por Rolex,
la Grafa por Armani, la revista Cara por Penthouse,
el Camaleón por Prime, las ortigas por el viagra
y el muy exigente…
¡¡hasta la monja por Pampita!!
Implora por la chata Sor Teresa,
a ver si algún milagro la endereza,
porque a la pobre
no le quedan ni las tetas,
y por su traste macilento,
al el cura el onanismo…ya lo deja sin aliento.
Los años no vienen solos y el tiempo todo lo deteriora,
la gravedad hace su trabajo,
y su pájaro vuela cada vez más bajo.
No le pide ser Mandingo, sólo pide que su bicho,
no se le muera en el nicho.
En el ático de la Iglesia, no hay cumpleaños ni festejos,
ni piñatas ni serpentinas, pero en plena alharaca
¡¡no faltan las matracas!!
En la oscura noche, el Padre saca la mecha,
Sor Teresa le enciende la vela,
¡¡Ohhh se hizo la luz!!
Él le sube la tela,
y descubre la cara de Cristo
¡¡Ohhh milagro milagro!!
Un pedido le fue concedido
y en medio de pleno revuelo,
enlazado con su paloma
su pájaro por fin
pudo levantar vuelo.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Un instante cósmico


Vivimos en una minúscula esfera celeste
situados en algún lugar de la nada.
La tierra es una diminuta partícula de polvo
perteneciente solo a una galaxia más
de las miles de millones que conforman
el vasto e inconmensurable cosmos.
Aunque no nos guste y nos cueste aceptarlo,
podemos decir que somos seres afortunados,
y que estamos situados
de manera fortuita en el lugar indicado.
La nuestra es solo una especie más en el reino animal,
y no tenemos nada de especiales.
Tenemos la particularidad de ser homo sapiens,
y eso de sapiens es lo que nos hace diferentes.
"Somos el producto de cinco mil millones de años
de evolución biológica, lenta, fortuita,
y no hay razón alguna para pensar
que se haya detenido tal proceso evolutivo.
El hombre es un animal en período de transición.
No es el clímax de una creación".
Quizás estemos solos, quizás no,
tal vez nunca lo sepamos
y no dispongamos del tiempo necesario para averiguarlo.
Somos pasajeros efímeros espaciales
de un instante cósmico,
junto con las demás galaxias y constelaciones,
estrellas y planetas, quásares y púlsares
que conforman el universo.
Estamos allá afuera, en medio de la nada,
en la oscuridad, en un lugar frío y misterioso,
vulnerables, suspendidos en una telaraña cósmica,
y a merced del inexorable paso del tiempo.

“Somos el producto de cinco mil millones de años
de evolución biológica, lenta, fortuita,
y no hay razón alguna para pensar
que se haya detenido tal proceso evolutivo.
El hombre es un animal en período de transición.
No es el clímax de una creación”.
Esta es una frase de Carl Sagan que creí propicia
introducirla, ya que yo no hubiese podido
haberla descripto mejor y con la lucidez que este poseía.

(Dedicado especialmente para mi papá Alfredo,
y mis amigos congéneres Dr. Carlos Gomez Zani, baekjool y Alejandra.)

sábado, 29 de agosto de 2009

A Mikhail Tal, el Mago de Riga


En la tierra de los zares,
Letonia supo dar luz a un genio.
De su prolífica galera,
sacó a un inimitable artista,
quien fue un fenomenal ajedrecista,
ínsito, combinador por excelencia,
destructor de fortalezas,
y el terror de las realezas.
En el tablero fue el maestro del desastre,
rey del caos y un auténtico ídolo de masas.
No había muros que resistan, ni reyes que persistan,
los embates de este valiente
y eterno convaleciente monarca,
que a sus soldados estrellaba
contra las filas enemigas,
para abrirse camino entre súbditos y mariscales,
y de ese modo ajusticiar a reyes y soberanas.
¡Ohhh gigante y débil Monarca!
de corazón estoico y heroico,
genio impertérrito que siempre jugabas para las masas,
sin importarte ni temerle a las derrotas.
Gracias por tu talante, astucia y tanta magia,
por tanta pasión y espectacularidad en tus partidas,
gracias por tus enseñanzas y por todo tu legado,
por tu valentía y por tus inolvidables movidas,
gracias por tanta imaginación y fantasía,
gracias por tu caballerosidad deportiva,
y por habernos sacado una sonrisa,
a todos nosotros los ajedrecistas.
¡Ohhh Mago de Riga!
que ya no estás pero tu llama aún sigue viva,
gracias por la chispa que supiste encender
en los corazones de millones de entusiastas,
gracias, gracias, gracias,
¡eternamente gracias!

lunes, 13 de julio de 2009

Del monte soy


En esta triste, fría y solitaria noche,
como únicos compañeros tengo a la luna llena,
el mate y a mi perro el mistol.
En mi humilde rancho de adobe,
el fuego me calienta las patas,
el frío se me filtra por las agujereadas alpargatas
y el mistol se rasca las garrapatas.
No le tengo miedo a la luz mala,
ni tampoco al almamula.
Es triste estar solo,
desesperante es no tener con quien hablar,
ni gaucha a quien acariciar
y a veces uno,
ni la chaucha puede mojar.
Es dura la vida en el monte,
tengo las manos curtidas,
encallecidas de tanto trabajar
y de mucho al gallo cogotear.
Uno se hace arisco, bagualo y ermitaño,
pero mucho uno se alegra y se divierte
cuando lo visitan y siente el cariño de la gente.
Los días comienzan con el cantar del gallo.
Hay que juntar leña pa la cocina,
ordeñar a las vaquitas
y de vez en cuando
me clavo una chivita.
El agua es otro problema,
no solo pa que tome uno,
sino pa que también lo hagan los animales.
Soy un gaucho gañán, ando con la lengua seca,
tengo la piel enjuta de tanto polvo y sequedad
y mi gallo pide a gritos un poco de agua,
pa que no se ahogue en la soledad.
Se come lo que hay, no le hago asco a las bizcachas
ni a las entrañas de la vaca.
Termino el día exhausto, chiviado y rancio.
Ni los bichos se me arriman,
pero siempre están presentes
las molestas mosquitas upiteras.
No hay rexona ni colonia, apenas hay agua pal enjuague.
Entrada ya la noche, a mi ranchito me voy
a calentarme al lao el fuego,
con mi fiel compañero el mistol.
Es así de dura la vida mi paisano,
en medio el monte y la soledad.
Cada día es una lucha pa sobrevivir
y no terminar alienado por la ausencia de compañía.
El silencio se vuelve agobiante,
también lo es la barahúnda en la ciudad.
Soy feliz con lo que tengo, tampoco soy pretencioso.
Solo estoy ansioso de que venga a visitarme la familia,
que cambió el monte por la gran ciudad.
De allá vienen hecho unos loros,
pero igual yo los adoro.
Decidí quedarme solo porque el monte me parió,
le soy fiel y tampoco cambio chacarera por otra danza importada.
En el me quedaré, esperando hasta cuando la muerte venga por mi,
porque al lado de mi viejo quebracho quiero que me entierren
y es a donde yo me quiero morir.

miércoles, 1 de julio de 2009

La fatídica saeta


Soterrado sobre el tejado en una oscura noche sin luna, cubierto con su mágico y camaleónico albornoz que le permitía confundirse con el entorno, y que lo hacía prácticamente invisible, pero siempre tangible, yacía el sicario.
Armado con su sigilosa y mortal ballesta, con andar silencioso se desliza agazapado el encapuchado, listo para penetrar en el Vaticano para matar al papa y desaparecer tan misteriosamente como se hizo presente.
¿Como llegó el homicida al interior del castillo de la curia que tiene más custodia que Tutankamon? Ahh hijo solo Dios y el espíritu santo lo saben. Así como la palomita preñó a María y dio luz a Jesús, el sicario se hizo presente como por obra de una diabólica epifanía etérea, y Él solo Él sabe quien lo mandó a matar al papa y por que.

Dentro de la fortaleza, el encomendado había permanecido sereno y con la paciencia de un cazador toda la santa noche detrás de las cortinas rojas de uno de los ventanales laterales, que gracias a su poder de camuflaje lo hacía pasar inadvertido como si fuese parte de ella.
El sicario se muestra imperturbable, impertérrito, preparado para asestarle el disparo de gracia llegado el divino momento. Debía de matarlo cuando estuviese en el balcón enfrentando a la masa de giles y así todos vieran morir al papa. Así se lo habían encomendado, esa era su misión, matar nada más ni nada menos que al papa «Impío XVI».
María traspasa las puertas que dan entrada a la nave, no es ni más ni menos que una de las encargadas del servicio de limpieza del gran salón oval. Plumero en mano limpia cada rincón de la gran sala que antecede al balcón del Vaticano. Plumero por aquí, plumero por allá ¡y también en las cortinas! Plumerea arriba y plumerea abajo, se acerca a el y ¡zas! sacude su pitulín sin percatarse de su presencia! Ahh como remueve polvo y telaraña en ese sector doña María; como puede ser posible santa María madre de Dios reza sorprendida y exasperada la vieja que tenía un ojo de vidrio, si limpio dos veces al día cada rincón del salón y ya llevo medio siglo haciendo dichas tareas de mantenimiento. Al sicario por momentos le pareció fallar el camuflaje, se puso rojo de tanto rubor y respiró aliviado después del terrible sofocón. Había pasado el peligro pero habría más. El momento se acerca inexorablemente, la plaza se va llenando de crédulos fieles dispuestos a escuchar y asimilar las más estúpidas palabras del viejo santurrón. Restan solo treinta minutos para que el papa desperdigue e inocule veneno en su lengua natal a todo el mundo. Se abren las dos ostentosas puertas del salón principal, dos monigotes entran y revisan cada rincón. Todo en orden comunica uno de ellos por su diminuto radio transmisor pegado junto a la solapa de su traje. Ahh por fin ahí estás viejo maldito reza el sicario, que fija sus rojos ojos sobre los de el, anhelando con todas sus entrañas darle muerte al viejo fariseo.
Impoluto, solemne, así lucía el papa. Así hizo su aparición, como un efebo decrépito, con su báculo en mano. Ataviado con sus impolutas y sempiternas botitas rojas se arrima lento y tembleque el octogenario a su fastuoso sillón papal esperando que llegue la hora señalada para dar su soporífera alocución acompañada siempre éstas con las típicas y habituales batería de galimatías papales.
Sus nalgas macilentas se sienten reinas sobre el ampuloso sillón. El sicario no le saca los ojos de encima y observa expectante cada movimiento del anciano. El Impío haciendo tiempo ojea el L´Osservatore Romano con un mohín travieso y picarón.
¡Pero que! ¡Solo son las tapas del pasquín! ¡Dentro contiene una Playboy! si si si ¡una auténtica Playboy!
- ¡¡Ohh viejo baboso, hipócrita y calentón!! -
Un hilo de baba le recorre la comisura de sus labios, hace carpita con su diminuto e hirsuto pene, pero bien disimulado esta debajo de todo ese variopinto y payasesco traje. De igual manera hasta con un pañuelo encima no se le hubiese notado su erecto pituto. Sus manos temblequean y no tiene alzheimer el decrépito demonio. Ahh pero si, éste están ávidas de mano.
¡¡Pero con lo lindo que es verle la cara a Cristo viejo pajero!!
¡¡Ahh por esa y muchas más te irás al infierno viejo rastrero!!
¡¡Ya te compraste todos los números y ahí te quemarás maldito!!
Un gorilón de seguridad se le arrima, el otro quedó vigilante, yerto e impávido junto a la puerta, este se inclinó levemente y le dijo suavemente en su oído:
- Ha llegado el momento don Impío, es la hora ya -.
La muchedumbre espera ansiosa para ver a su Santidad. Con la ayuda de su báculo de oro se pone de pie aún tembleque después de hojear la revista. Obnubilado y ardiente aún después de ver tantas yeguas en bolas, arroja la revista, no calcula la distancia, yerra al sillón y la arroja al piso. Dos solemnes pares de tetas quedan boca arriba sobre la majestuosa alfombra. Seguridad se percata de ello, sorprendidos clavan la mirada sobre estas, se miran de reojo repetidamente, siempre modosos, sus ojos excitados parecen saltar de sus rostros ¡Como si nunca hubiesen visto una mina en pelotas! Ya está de pie el papa, con su mitra sobre su cabezota color estaño. Que olor a cala que hay susurra de repente en voz baja el Impío frunciendo su ceño.
-¿Será que las cambiaron por los tulipanes?- sostiene en su conciencia. Raro muy raro se dice a si. Quince metros son los que a de recorrer hasta el balcón. El sicario sostiene firme su ballesta que guarda bajo su albornoz. Solo una oportunidad tendrá este y no deberá fallar. Solo una flecha con punta de plata carga en su arma para darle muerte al demonio.
A medida que se acerca el crucial momento, su respiración comienza a entrecortarse, sus músculos se tensan, la adrenalina recorre por su cuerpo impulsada por el andar frenético de su impaciente corazón.
Ahí va el papa rumbo al balcón para dar la misa de Pascuas. El inusual olor a cala le resulta cada vez más intenso. A medida que avanza mira algo desconfiado hacia sus lados. Una extraña atmósfera envuelve al ambiente, todo parece en calma, pero su instinto innato de zorro le da cierta desconfianza.
El rugir de los fieles se siente cada vez más a medida que se acerca a la multitud. La guardia Suiza forma filas con sus vigorosos virotes debajo del ventanal.
El ballestero ya tensó su arma. El papa solo está a unos pasos del balcón. El sicario ya está listo. Con su mano derecha, sostiene firmemente la ballesta con el brazo pegado al cuerpo, esperando el momento justo para actuar. Su posición es apropiada pero algo incómoda. Lo preocupa la custodia. Deberá hacerse paso entre las cortinas, elevar su brazo, apuntar, disparar y partir veloz sin dejar rastro alguno. El estaba capacitado para hacerlo, al enviado le llamaban «El infalible».
En el momento de que el papa en un acto infortuito había arrojado al piso la Playboy, los custodios no habían dejado de mirar esas dos solemnes tetas que tenía a ambos hipnotizados. Viendo estos como el papa se acercaba al ventanal y ya solo a un paso de salir a la luz, los dos monigotes perdieron la compostura y salieron lanzados hacia la revista en una rauda carrera. El moreno aventajó al rubio, viendo que éste último perdía posición tacleó al primero para hacerlo comprar terreno en el salón.
¡¡¡¡Ahhhhh!!!! ruge la aglomeración al ver a su Santidad hacer su aparición con los brazos en alto. Los dos custodios se revuelcan por la alfombra disputándose la Playboy. El rugir infernal no previene al papa de la inverosímil e inadmisible reyerta de sus custodios. Abrazados como dos amantes calentones en una cama, ruedan por el piso en procura de ver quien se queda con la desdichada revista. El sicario aprovecha la inusitada pelea y zarpa como un tigre detrás de las cortinas. El olor a cala tiene a mal traer al viejo. Ya casi no lo deja respirar y le produce cierto comezón en sus narices. El tiempo de espera se acabó. Llegó el momento de actuar.
Con la velocidad de un rayo el sicario se puso en posición, apuntó y jaló del gatillo sin misericordia. Allí va la saeta, cortando el viento la sigilosa flecha de plata. En el preciso momento en el que el sicario jaló del gatillo, el papa preso del hálito perfumado de las calas no pudo más y estornudó ¡Justo en ese momento!
Aaachiiiiiss!!!!! replicó y salió disparado con la fuerza de un huracán su puto estornudo. Se fue hacia delante, se agachó producto de su ¿afortunada? reacción alérgica y en ese momento la ya fatídica saeta penetró en su traste.
El infalible como le llamaban había fallado su única flecha. Los ojos del sicario lo decían todo, quedó estupefacto, lívido y álgido al ver su malogrado disparo.
¿Ahora que hacer? Le habían encomendado a el, «El infalible» darle muerte al papa y había fallado, pero no por negligencia suya, si no por que un hecho infortuito hizo que su blanco se moviese en el preciso momento de disparar y su saeta no diese justo en el punto mortal donde había apuntado. Con la flecha metida justo en medio de sus ancas, sin pausa, el papa se enderezó y se retorció hacia atrás, levantó las manos al cielo y vociferó arduamente:
-¡¡AAYYY ME PENETRARON SEÑOR!!-
En ese preciso instante una luz blanca bañó su rostro.
Ni la multitud, ni la guardia Suiza, ni las cámaras de TV, ni nadie se había percatado del accidente.
¡Paf! ¡Crunch! ¡Zas! en el fondo del salón los puñetazos limpios de los custodios iban y venían. El sicario no tenía ni que pensarlo, impulsado por sus reflejos salió disparado como una centella hacia el balcón donde estaba el papa. Mordiéndose los labios y con la mirada al cielo como buscando respuestas, con ambas manos sobre su macilento traste, se agarraba la saeta el cabrón.
Apenas segundos después de que su malogrado disparo penetrara las nalgas del anciano, el presuroso sicario ya tenía firmemente sus temerarias manos sobre el cuello del papa.
El arte de camuflarse que tenía el sicario le permitía fundirse con el entorno. Agarrado con vehemencia de su pescuezo, su figura se fundía con la del papa y lo hacía invisible.
¡¡¡¡Aaaggg!!!! suspiraba el viejo casi sin aliento aún con las manos en la flecha diez centímetros bien adentro que le hacía imposible poder sacársela por más que intentase.
El sicario llevaba de una punta al otro del balcón al papa ahorcándolo lentamente y en forma segura. El viejo parecía ir y venir solo retorciéndose hacia adelante y hacia atrás como un gusano. La multitud lo aclamaba, nadie en ningún momento se percató de que un magnicidio se estaba llevando a cabo, y el mundo por el resto de la eternidad jamás habría de saber realmente que es lo que sucedió y como.
Con poco aire ya en sus pulmones y con sus manos al cuello junto a las del victimario, ambos en el forcejeo se arrimaron peligrosamente al balcón. Ya con medio cuerpo fuera de el, exhausto, debilitado y moribundo después de oponer una gran resistencia, el sicario empujó rumbo al averno al anciano cabrón. Camino a su inexorable muerte iba rumbo al vacío, de espaldas, con los brazos al cielo como invocando a su Santísimo Señor que le produjera un milagro. El cielo hizo silencio.
El papa se ensartó en una de las afiladas lanzas de la guardia Suiza. Le había traspasado el corazón. Su muerte fue instantánea.
El sicario dio la vuelta, encaró hacia el salón oval y desapareció por siempre sin dejar huellas.
Así murió el papa, doblemente penetrado, con los ojos como plato y una sonrisa placentera como las que uno tiene después de haber echado un inmaculado polvo. Después de todo recibió la muerte que se merecía. Una muerte digna para un papa.
El asesinato se había realizado, Impío XVI había sido asesinado antes los ojos del mundo como lo planeado. «La fatídica saeta» había fallado, pero no así el plan de ejecutar a la Suprema santidad. Consumado el magnicidio, El sayón se arrellanó sobre su lecho y descansó en paz.

jueves, 11 de junio de 2009

En el nombre del padre ( II Parte )


Después de misa
llegó a su casa Melisa
trémula, aterrada
con lágrimas en sus ojos
el alma destrozada
y su pavita desplumada.
Luego de la macabra treta
llevada a cabo
por este pérfido monseñor
aún presa del pánico y el terror
la valiente Melisa
le contó a su madre
lo sucedido después de misa.
La indignación y el estupor
llegaron luego del estupro.
Rápido se acallaron a los decentes
y la noticia pronto se hizo intrascendente
en ese modesto pueblo
sumiso, inocente e inconciente.
El poder junto a la Santa Alianza
se encargaron de ocultar el caso.
No hubo ni castigo ni justicia
ni excomunión ni sermón
lo único que hubo
fue un maldito perdón.
Desde Roma llegó la orden
de la Suprema Santidad
de remover a este perverso cura
que no le hizo honor a la castidad.
Avalado por la Cruz
“En el nombre del padre”
y el espíritu santo
a este cura pederasta
en absoluto secreto y silencio
se lo cambió de ciudad.
De ese modo llegó el párroco
a otra ignota parroquia
de un poblado erial
libre éste de culpas y pecados
dispuesto otra vez a atacar.
En las afueras de la ciudad
en un modesto pueblo
el párroco Ermindo
daba la misa de todos los domingos.
En la fila de adelante
yacía inocente la joven Candela
que a este depravado cura
la nena ya le encendió la vela… fin

lunes, 1 de junio de 2009

En el nombre del padre ( I Parte )


En las afueras de la ciudad
en un modesto pueblo
el párroco Ermindo
daba la misa de todos los domingos.
En la fila de adelante
yacía inocente la joven Melisa
despampanante petisa
dueña de dos melones
que hacía aullar a los santurrones
y un solemne anco
que al padre le alborotaba el ganso.
Ya al final de la misa
la inocente Melisa
fue llevada con engaño
por este cura engrosa rebaños
que por un objetivo tenía
saciar su enjuto caño.
-¡Ven hija mía!-
le espetó a la ingenua niña
éste pérfido Monseñor
que hace mucho no veía
la cara del Señor.
No temas adorada mía
y sigue mis consejos
que debajo de mi sotana
tengo un lindo conejo.
-¿Y me hará daño padre?-
preguntó candorosa la niña
-¡no temed!-
adorable criatura
porque yo tengo la llave
para tu santa cerradura
que insertaré en tu ranura
para abrirte las puertas
de esa fértil huerta
donde juntos entraremos
con tu pavo y mi conejo
a la tierra prometida
amada y querida niña. Continuará...

martes, 26 de mayo de 2009

Un día especial con el "barbado whisky matinal"

Hoy no es un día cualquiera
es un sábado como el que yo quisiera
hay asado con los amigos
y un comensal especial
que se vino desde Mendoza
este insigne bostero
itinerario y literario.
El humo del asado
ya impregnó los patios contiguos
¡mmm hay asado en algún lado!
dirá un deseoso vecino
que ese dichoso olor a carne argenta
ya de seguro
le habrá despertao el apetito.
No faltan cortes de carne en la parrilla
ni las entrañas ni los vinos
para agasajar al amigo Maxi
que ya está camino en taxi.
Moderna es nuestra nueva terminal
seguro que le va a gustar.
Medio fulera es la zona
no es disneylandia
pero tampoco es Bagdad.
En la “madre de ciudades”
la siesta es sagrada
se hacen las cosas a paso cansino
y hay cierta parsimonia pa laburar
pero eso si
ligeros son los changos pa robar.
Muy lindas son las chinitas
que son un deleite pa los ojos
ellas son las flores
que embellecen nuestra ciudad.
En un abrazo se funden
estos dos incipientes amigos
¡ellos son el fanakeres y el barbado whisky matinal!
Santiago y Mendoza
Mendoza y Santiago
asado, empanada, chacarera, buen vino y mistol.
Ríos de pasión bostera y literaria
corren por las venas
de estos dos locos lindos
que ya están junto a la mesa
donde el Whisky marcó al vino
que lo tiene entre ceja y ceja
y no lo dejará escapar.
Que se queme el asado
que se caiga la ensalada
pero que no se derrame el vino
no, nunca el vino.
Ni lujos ni opíparo
en el patio del fanakeres
reina la humildad.
Secas están las bocas
por el polvo y la sequedad.
¡¡El Whisky y el fanakeres elevan copas!!
ni Cabernet sauvignon
ni ningún vino exquisito
ni aristócratas ni oligarcas
ni peronistas ni garcas.
¡¡Toro viejo toro viejo!!
¡por Mendoza y por Santiago!
¡por Santiago y por Mendoza!
¡por Sarmiento y por Illia!
pero no por Onganía
¡por Alfonsín e Ingenieros!
¡por Capablanca y el Rey de Copas!
¡¡arriba están las copas!!
¡¡¡Salud amigo salud!!!

(Dedicado especialmente al amigo "barbado whisky matinal")

domingo, 24 de mayo de 2009

Andanzas en la cocina


He cambiado las fragancias
de Chanel y Giorgio Armani
por las de ajos y cebollas.
Me tiene sin importancia.
Es un cambio brusco;
pero yo se que es lo que busco.
Huelo a caldo y estofado,
a mi me gustan los asados
y pasarla con amigos
la noche de los sábados.
No soy hábil ni presuroso,
no me apuro y voy de a poco,
entre José y la Noelia
-¡me están volviendo loco!-
No hay receta que le tema,
pero algún plato se me quema,
no me desespera,
yo soy un nuevo en la materia.
Me gusta el turno noche,
los muchachos son re piolas
y las chicas son muy monas.
Esto de la cocina
no había sido chala y choclo,
hay que pelarse el coco
y se transpira como loco.
No hay mucho que más les diga,
pues a mi me gusta el IGA
y por más que a mi me digan
que no tengo uñas de guitarrero,
soy valiente y un guerrero
que está dispuesto a dar batalla.
No me asustan las hazañas,
y en todo un Chef me convertiré
en el día de mañana.

(Dedicado a mis compañeros y profesores del instituto)

viernes, 22 de mayo de 2009

Amor pletórico


Ámame, ámame guerrera,
de inconmensurable belleza.
Diosa de amor pletórico,
corazón que todo lo abarca.
Abrázame, cubre mi cuerpo y alma,
estruja mi pecho contra el tuyo,
funde tu corazón junto al mío
hazme parte de ti, seamos un solo ser
una sola alma gemela, marcial, eterna.
No me dejes ir, conviérteme en tu prisionero.
Seré adlátere de tu amor y de tu espada,
tu égida. Deidad celestial,
reina de todos los cielos, triunfante y fatal.
Sin ti no puedo vivir, me eres como el aire.
Llévame contigo a donde quiera que vayas.
Luchadora estoica, junto a ti me quiero morir,
cruzar fronteras, los cielos conquistar,
demonios derrotar y junto a tu lado
pasar a la eternidad.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Carta desesperada


Si supieras como te extraño
mi morocha de ojos café.
Desde que partiste con tu padre
y te fuiste en la estanciera
a visitar a tu parentela
yo ando hecho una fiera.
La vida se me ha vuelto una quimera
mi piel arde como en una hoguera
mi ganso es una caldera
que se enrosca como en una enredadera
y ya hasta cambié
la cama por la heladera
para calmar esta calentura
que me provocó siempre tu ternura.
En este preciso momento
que te escribo con sufrimiento
allá en el firmamento
contemplo a las tres Marías
a veces me pongo a pensar
si dios me las enviaría
a las tres me las clavaría.
No te pongas mal
ni triste ni celosa
solo te pido que me comprendas
lo triste de la soledad
ya siento que de a poco
me esta consumiendo la ansiedad.
Los días me son eternos
espero no me pongas los cuernos
sin ti
mi vida es un infierno.
Me he cargado de vicios
ando calavera y disoluto
solo juego al solitario
y paso gran parte del tiempo
con las manos en el mazo.
Tampoco suelto el vaso
la bebida es mi compañía
en estas lejanas serranías
pero aguanto con valentía
esta lenta agonía.
Con un beso me despido
mi morocha de ojos café
fiel amiga y compañera
ardiente, candente y fogosa
no sabes como extraño tu fosa
mujer de corazón noble
ya lo tengo como un roble.
Espero vengas pronto
porque ya no aguanto más
ni soporto ya tu ausencia
porque con solo tu presencia
mi corazón aliviará sus dolencias
y por fin mi pobre bicho
podrá descansar en tu nicho.

lunes, 18 de mayo de 2009

El amante andante


Don Dionisio es un paisano
montaraz y muy bagualo.
Es algo orejudo el hombre,
muy valiente y corajudo.
No es medroso ni temeroso,
no hay plumaje que lo amaine,
animal salvaje que lo acobrade,
ni gorda que lo amedrente,
a este paisano andante.
Ya en su rancho montó a su zaino
y rumbo al entierro van.
No hay difunto ni velorio.
Solo hay una viuda caliente,
que desea que se la entierren,
para que le apacigüen ese ardor,
que le provoca esa brasa caliente,
que ella tiene entre sus patas
y le consume hasta su vientre.
Doña Elvira no es bonita,
es más fiera que la Eulalia,
tampoco tiene curvas,
ni si quiera es alineada.
Don Dionisio no es un húsar
ni tampoco es un cipayo
-¡pero vaya su zapallo!-
El es un gaucho raso,
que sólo está de paso
para saciar a esa viuda candente
con su sable prominente
que se apresta a darle muerte
a ese duende bien rebelde,
que no la deja vivir
pero pronto está por recibir
su anhelado elixir.
A pesar de las distancias
y después de cruzar estancias
ya llegó el paisano,
con su sable en la mano,
a la hora señalada
-¡pa asestarle la puñalada!-
Ya no hay tiempo para parlotear
-¡llegó la hora de zapatear!-
Con un mohín travieso
lo invitó a pasar pa su rancho.
Don Dionisio no es avieso
y camina bien derecho.
No le tiembla el pulso al hombre.
La mirada le clavó
en su muslo prominente
y no le importa un cuerno
que ella sea su pariente.
La Elvira es presurosa,
el le miró su rosa.
No le teme a las espinas
ni perdona a ninguna mina.
En una rauda maniobra,
desenvainó su chafarote,
doña Elvira,
ya quiere el azote,
ni lerdo ni perezoso
-¡la penetró con su garrote!-
Un desaforado rugido
ya se abrió camino.
A los animales ahuyentó,
el cielo se le iluminó,
a todos los santos vio,
sus penas fueron saciadas
y terminó bien penetrada.

domingo, 17 de mayo de 2009

Capablanca


Capablanca era Cubano
de la capital del habano.
Fue un genio precoz
ajedrecista de profesión
que jugaba con una gran pasión
éste mujeriego pollerudo
que dio mates hasta donde pudo.
Con gran destreza se movía
éste artista del jaque mate
que entre escaques y trebejos
a los reyes les gustaba darles mate
y a las reinas repartirles el sable.
No dejaba reyes con cabeza
ni damas con bombacha puesta
éste cubano arrecho
que siempre andaba al acecho
montado en su elegante zaino
con su sable siempre en mano.
Los monarcas le temían
y un gran respeto le tenían
a éste excepcional ajedrecista
que fue José Raúl Capablanca y Graupera.
En sus finos ecuestres
eludiendo enemigos y camaradas
montaba a toda dama
que a la torre las llevaba
para tumbarlas en la cama.
-¡Hazte un lado soberana!-
que ahí voy con mi alfil
para cruzarte con mi flecha
en tu diagonal maltrecha.
“La máquina” le apodaban
a éste invencible monarca
que no tenía rivales
ni en el tablero ni en la cama
donde a los reyes los partía
y a las damas las asistía.
El conspicuo ruso Alekhine
supo pagar caro
el precio del destierro
ya que por el título del mundo
“El Mozart del Ajedrez”
-¡le dio como con un fierro!-
Por soberbio y arrogante
Alekhine nunca creyó posible
que la corona se le escapara
en manos de este gran monarca
que fue un grande entre los grandes.
“Él Rey” se calzó la corona
y el mundo se le rindió a sus pies.
Las botas se hizo lustrar
por los reyes mojigatos
y el sable se hizo limpiar
en medio de la jarana
por cada una de las damas.

(Importante: Vale aclarar que en este poema tanto la historia como los hechos están cambiados. Alexander Alekhine se consagró Campeón Mundial de Ajedrez en la ciudad de Buenos Aires en el año 1927, tras derrotar a José Raúl Capablanca)