lunes, 1 de marzo de 2010

Las raíces de la histeria en la mujer ¿Capricho de la evolución o selección natural? Esa es la cuestión


A veces me pongo a pensar por que hombre y mujer, mujer y hombre evolucionaron de manera tan diferentes. Me refiero al comportamiento entre uno y otro ser. Ambos sexos son la antítesis. Uno es tranquilo, paciente y taciturno; la otra es acelerada, histérica y locuaz. Para intentar determinar los orígenes de las raíces de la histeria en la mujer, habría que remontarse a la prehistoria, cuando nuestros parientes lejanos daban sus primeros pasos en la tierra, y como en todo ser vivo, comenzaría el lento proceso evolutivo, donde la información genética usada en el desarrollo y el funcionamiento de los organismos vivos conocidos se van grabando en el *ADN.
Desde hace mucho tiempo se sabe, o por lo menos se cree, que los machos salían a cazar para llevar la comida, y que las hembras se quedaban en las cavernas al cuidado de los críos y demás quehaceres del hogar. Al menos esa es la teoría con mayor aceptación entre la comunidad científica. Para desgracia nuestra ha habido una metamorfosis […] Hoy la mujer es más liberal, y hasta se anima a ser presidente y todo. Lo que realmente interesa y es el motivo por el cual me dispuse a escribir éste ensayo, es para tratar de dilucidar porque la mujer se ha convertido (o siempre lo fue) en una auténtica caja de sorpresas. Son histéricas, impredecibles, incomprensibles, caprichosas, frígidas y ¡JODIDAS! Que ninguna se sienta ofendida; pero es la verdad. Vale aclarar que siempre hay una excepción a la regla y uno que otro mariconazo gregario. Remontándonos a la prehistoria, me imagino al macho llevando la comida a la caverna luego de haber tenido una encarnizada lucha contra la bestia, sumamente estresado, herido, exánime, con alguna que otra baja sufrida en el grupo tras la cacería, arrastrando su primitiva arma con pasos de plomo después de haber recorrido largo trecho cargando el botín, con escasas energías para sustentarse producto de una larga y fatigosa travesía, y por una pobre dieta alimentaria que eran propias de aquellas épocas. Con todo ello, me pregunto, en esos momentos ¿habrá tenido la hembra la osadía de quejarse de la presa? ¿Con gestos y sonidos onomatopéyicos le habrá hecho saber su disgusto porque por ejemplo la presa le parecía demasiado chica, o demasiado flaca, o porque el color de su pelaje no le combinaría con el interior de la caverna que con tanto esmero la habría decorado? ¿Se habrá rascado la cresta el cazador juntando el entrecejo sin entender el reproche y mirándola un tanto sorprendido con los ojos desorbitados intentando comprender que es lo que sucedía? No tengo dudas ¿Tendrán esos orígenes dichos comportamientos de la mujer actual tal cual hoy la conocemos, o será que nacieron predestinadas para causarles más de un dolor de cabeza a los hombres? ¿Por qué? ¿Para que? ¿Con que fin? Con el tiempo, la mujer se ha sincerado y ha aceptado su condición de auténtica rompe huevos que es. Una muy querida amiga una vez me dijo: “nosotros las mujeres somos así de jodidas” Y listo. Honestidad brutal, y estamos totalmente de acuerdo. Tiempos pasados el sexo opuesto era renuente ha aceptarse, pero hoy en día se burlan de si mismas y piden que se las acepten tal como son. Y…no nos queda otra.
Ese genial estratega de guerra que fue Napoleón Bonaparte supo decir con sabiduría: “Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo.” Y yo digo que intentar hacerles frente en una discusión es equivalente a suicidarse. Es ineluctable. También sabemos que las mujeres aprenden a hablar más rápidamente que los varones. Es ínsito en ellas. Son una máquina de tirar palabras, y lo hacen con una velocidad tal, que serían la envidia de la metralleta más moderna. Con el paso de los siglos nada ha cambiado. Rompen las bolas como siempre y siguen siendo un auténtico diario mojado […] no se les entiende nada. Ricardo Arjona dio en el blanco y dijo con tino: “A las mujeres no hay que tratar de entenderlas, hay que amarlas”. Es cierto, pero hay veces que dan ganas de…ahhh y bue, si, de mimarlas!
Los interrogantes que planteo en el título se los dejo a ustedes. Luego de largo cavilar, aún no he sacado mis propias conclusiones. Quizás algún día las ciencias nos den la respuesta. Mientras tanto, yo seguiré aferrado a la frase de Arjona. Y…no queda otra.

* El ácido desoxirribonucleico, frecuentemente abreviado como ADN (y también DNA, del inglés DeoxyriboNucleic Acid), es un tipo de ácido nucleico, una macromolécula que forma parte de todas las células. Contiene la información genética usada en el desarrollo y el funcionamiento de los organismos vivos conocidos y de algunos virus, siendo el responsable de su transmisión hereditaria.