sábado, 5 de septiembre de 2009

Un instante cósmico


Vivimos en una minúscula esfera celeste
situados en algún lugar de la nada.
La tierra es una diminuta partícula de polvo
perteneciente solo a una galaxia más
de las miles de millones que conforman
el vasto e inconmensurable cosmos.
Aunque no nos guste y nos cueste aceptarlo,
podemos decir que somos seres afortunados,
y que estamos situados
de manera fortuita en el lugar indicado.
La nuestra es solo una especie más en el reino animal,
y no tenemos nada de especiales.
Tenemos la particularidad de ser homo sapiens,
y eso de sapiens es lo que nos hace diferentes.
"Somos el producto de cinco mil millones de años
de evolución biológica, lenta, fortuita,
y no hay razón alguna para pensar
que se haya detenido tal proceso evolutivo.
El hombre es un animal en período de transición.
No es el clímax de una creación".
Quizás estemos solos, quizás no,
tal vez nunca lo sepamos
y no dispongamos del tiempo necesario para averiguarlo.
Somos pasajeros efímeros espaciales
de un instante cósmico,
junto con las demás galaxias y constelaciones,
estrellas y planetas, quásares y púlsares
que conforman el universo.
Estamos allá afuera, en medio de la nada,
en la oscuridad, en un lugar frío y misterioso,
vulnerables, suspendidos en una telaraña cósmica,
y a merced del inexorable paso del tiempo.

“Somos el producto de cinco mil millones de años
de evolución biológica, lenta, fortuita,
y no hay razón alguna para pensar
que se haya detenido tal proceso evolutivo.
El hombre es un animal en período de transición.
No es el clímax de una creación”.
Esta es una frase de Carl Sagan que creí propicia
introducirla, ya que yo no hubiese podido
haberla descripto mejor y con la lucidez que este poseía.

(Dedicado especialmente para mi papá Alfredo,
y mis amigos congéneres Dr. Carlos Gomez Zani, baekjool y Alejandra.)