domingo, 2 de octubre de 2011

La mini

La mini, gatita negra ella y de delicadas puntitas blancas, un día cayó del techo por sana travesura o negligencia de su mamá gata. Huérfana de madre, papá la adoptó y el romance pronto floreció. Se buscaban y se mimaban a todo momento, con caricias de él hacia ella y con ronroneos y besos recíprocos de ella hacia él. Puro amor.
Todos los días la gatita hacia gala de su huraña felinidad (…) No le gustaba ser molestada y tampoco nunca a nadie molestó.
Por instinto innato, sabía de su condición en la casa, donde también convivía con la Polka, de condición perra ella y dogo argentino de raza. Perros que de nacimiento vienen al mundo con el maléfico mote impreso de “asesinos”, pero por capricho de la naturaleza o por error de imprenta, la Polka, tan buena como Lassie, no mataba ni a una mosca.
También de chiquitita la Polka como a su hermanita la quiso adoptar, pero la mini jamás traicionó a sus instintos y nunca la quiso aceptar. Sentía que no podía, que no debía. Sus sabios genes así le decían. Astuta, a la perra a la distancia siempre la tenía, porque sabía que el peligro en cualquier momento se le venía. De reojo la miraba y a cualquier aproximación intencionada o dudosa, de un brinco disparaba.
Cuando papá murió, la mini mucho lo sintió. Lo buscaba y lo buscaba y detrás de cada puerta lo esperaba, pero ya nunca lo encontró. La casa quedó lúgubre, llena de recuerdos y la tristeza a todos nos invadió. La gatita quedó con la familia, pero ella huérfana para siempre se sintió. Solitaria pasó su vida entre reconfortables sillones, cálidos muebles y silenciosos techos testigos de interminables soles y de lunas, y sin querer ser mimada por otro que no haya sido papá, quien fue para ella su verdadero amor, su padre que de chiquita la acunó y que de la muerte la rescató. Hace poco la mini se enfermó y la pobre sufriendo se murió. Hoy la casa también se siente huérfana, porque vacía de ella se quedó, y porque una integrante de la familia partió.

(A mi hermana Graciela, con cariño)