viernes, 25 de diciembre de 2009

Cuestión de honor


Hombre de condición viril, candente por naturaleza,
poseedor de la sabia de la vida, néctar que no puedes acumular,
ni indio al que puedas dominar
cuando la lava ya llegó a la punta del volcán.
Muchacho que vivís al acecho, acarreando siempre el afrecho
y convirtiendo a toda chica en una presa,
esperando el momento justo para dar el zarpazo,
aguardando con la paciencia de un cazador
que la gacela tropiece en la llanura,
para que puedas incar tus colmillos en la fruta prohibida.
Muchacha has de saber que con el rabo no se juega. Se coquetea.
Podrás considerarlo un fetiche, pero no es juguete ni caramelo.
El indio no se muerde. Se lo mima.
Respeta siempre a ese larguirucho con cara de inocente.
Recuerda que puede ser traicionero.
No te confíes en nadie y se siempre precavida,
a ese nariz partida ponle siempre salvavidas.
No te lleves por el instinto ni que la libido te domine.
Siempre piensa con tu única cabeza, ella no te traicionará.
Distinto es en el hombre que parece ser bicéfalo,
porque cuando la calentura lo domina,
lo convierte a uno en un toro bravío,
y en ese momento la que piensa no es siempre la de arriba.
Así ansíes con vehemencia el fuego sagrado de ese fierro caliente,
nunca te rebajes y entregues más de la cuenta.
Ten presente que en épocas de guerra
cualquier agujero es trinchera.
Es por ello que nunca descuides la defensa,
y jamás entregues el marrón,
porque la retaguardia, es cuestión de honor.