sábado, 29 de agosto de 2009

A Mikhail Tal, el Mago de Riga


En la tierra de los zares,
Letonia supo dar luz a un genio.
De su prolífica galera,
sacó a un inimitable artista,
quien fue un fenomenal ajedrecista,
ínsito, combinador por excelencia,
destructor de fortalezas,
y el terror de las realezas.
En el tablero fue el maestro del desastre,
rey del caos y un auténtico ídolo de masas.
No había muros que resistan, ni reyes que persistan,
los embates de este valiente
y eterno convaleciente monarca,
que a sus soldados estrellaba
contra las filas enemigas,
para abrirse camino entre súbditos y mariscales,
y de ese modo ajusticiar a reyes y soberanas.
¡Ohhh gigante y débil Monarca!
de corazón estoico y heroico,
genio impertérrito que siempre jugabas para las masas,
sin importarte ni temerle a las derrotas.
Gracias por tu talante, astucia y tanta magia,
por tanta pasión y espectacularidad en tus partidas,
gracias por tus enseñanzas y por todo tu legado,
por tu valentía y por tus inolvidables movidas,
gracias por tanta imaginación y fantasía,
gracias por tu caballerosidad deportiva,
y por habernos sacado una sonrisa,
a todos nosotros los ajedrecistas.
¡Ohhh Mago de Riga!
que ya no estás pero tu llama aún sigue viva,
gracias por la chispa que supiste encender
en los corazones de millones de entusiastas,
gracias, gracias, gracias,
¡eternamente gracias!